Compartiendo la cama con dos maromos bien dotados
¿A quién no le ha pasado salir de marcha una noche, pasarse de copas y amanecer en una cama ajena con alguien desconocido? Bueno, esta tía tiene que confesar que estaba muy ebria la noche anterior, y le ha pasado justamente eso. Claro que, al abrir un ojo con resaca, no entiende cómo ha acabado en una cama extraña, ¡entre dos desconocidos! Anoche, la zorra borracha debió echarle los tejos a los dos maromos a la vez. Ahora estaba en la cama de uno de ellos, y no los conocía de nada; pero sobre la colcha podía ver los bultos de la empalmada mañanera de los dos. ¡Ah, no podía perderse esas enormes pollas, tenía que tocarlas al menos! Y haciendo una paja doble estaba cuando ellos se despertaron, alucinando con esta guarra a la que acabaron follando a la par.