Perdona a su marido infiel porque la tiene muy gorda
Cuando esta esposa cornuda se enteró de dónde estaba la casa de la amante de su marido, fue allí como las locas, con ganas de matar a alguien. Se encontró con el esposo infiel, recién duchado en albornoz, el muy descarado; de la puta de la amante, no había ni rastro. No le importó, estaba rabiosa y bien podía desquitarse con el cabrón del marido. Pero ver a su mujer tan cabreada puso al tío muy cachonda, le encantaba verla celosa. No le costó mucho apaciguarla y controlarla a base de sexo; le funcionó porque ella estaba enganchada a su polla enorme, que la follaba como ninguna otra en su vida.