Dame tu dinero y entra que vamos a follar
Camina por el parque y no deja de mirarla. Ella lo nota y no hace caso, ya está acostumbrada a ese tipo de atención por tener el cuerpo que tiene. Luego toca la puerta de su casa y se inventa una historia de auditoria o una mierda extraña que nadie le cree. Ella, un poco harta del asunto, decide tomar el toro por los cuernos y le dice: “Dame tu dinero y entra que vamos a follar”. Es lo más normal: un hombre quiere pagarle para meterle la polla y ella no tiene problemas con eso. Para eso mismo Dios le puso un coño entre las piernas y no lo va a hacer sufrir mucho más.